De aquel disco recuerdo un tema que empezaba con un violín. Se llamaba Crying. Lo he encontrado y he decidido no poner otra cosa en esta felicitación.
No me seáis estrechos y dedicadle esos 6 minutos y 31 segundos. No os arrepentiréis. Luego, si me habéis hecho caso buscaréis más de él y de Sugarcane Harris. Fijo. Dones del cielo.
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