Priest Feast
El pasado jueves 19 de marzo, en el Pavelló Esportiu de Badalona(Barcelona, España), tuvo lugar el esperado Priest Feast, concierto de Judas Priest como cabeza de cartel y Megadeth y Testament como artistas invitados. Siendo sinceros, pudimos ir porque ya habiamos comprado las entradas la misma semana que salieron a la venta, cuando la crisis no apretaba nuestra cartera como la soga suele apretar al condenado.
Después del viaje que supone ir hasta Badalona, llegamos un par de horas antes de que empezara el evento, y gracias a eso, pudimos disfrutar del espectáculo que daba un pobre hombre que, literalmente, se estaba duchando en cerveza, para después quedar tiernamente dormido en medio de la calle, justo al lado de la cola. Cuando la cola empezó a avanzar, la gente se fue olvidando del hombre y se empezaron a apelotonar para entrar. Como sorpresa para muchos, descubrimos que con una entrada vieja o con una simple fotocopia podriamos haber pasado, ahorrandonos el precio de la entrada, ya que nada mas te pedían los de seguridad que la llevases en la mano y a la vista. Una vez dentro del pabellón, ya vimos que el escenario estaba preparado: el gran telón con la portada del "The Formation of Damnation" de Testament auguraba un buen concierto.
Se apagaron las luces y salieron los componentes de Testament al escenario. La primera impresión vino sin duda de Chuck Billy, el cantante, que es enorme y totalmente imponente. Testament, sin duda, lo bordaron. Consiguieron que la masa del publico se moviera, saltara y se dejase la piel en el concierto (en algunos casos, literalmente, por los pogos). Descargaron una buena serie de temas, desde los más clasicos de la banda hasta alguno de los mas modernos, y dejaron sin duda un buen sabor de boca. Contaron con un sonido bastante bueno para ser los primeros en tocar, aunque fue mejorable.
Después de Testament les tocaba el turno a los estadounidenses Megadeth, todo un clásico, sin duda, de la escena Thrasher. El escenario era, básicamente, una linea de amplificadores y una batería enorme en el centro, además del logo de Megadeth como fondo. Con la intro salió Mustaine al escenario y el aura de ego que le envuelve. Hay que reconocer que el hombre es increible, tanto en el aspecto musical como el personal. Domina el escenario, se pasea como quien anda por casa. Tocaron temas clásicos a más no poder como "Symphony of destruction", "Peace Sells" y "A tout le monde", y sin duda dejaron bien contento al público. De todos modos hay que reconocer que ver a Megadeth en concierto y poder respirar y moverte a la vez es algo prácticamente imposible... a base de empujar y empujar la gente de atras, acabamos prácticamente en tercera fila, aunqe sin poder siquiera mover un dedo.
Una vez acabó el tiempo de Megadeth apareció el escenario de Judas Priest, la banda británica cabeza de cartel. El escenario estaba compuesto de cuatro plataformas, dos a cada lado, separadas por la batería, a las que se podía subir por una escalera. Debajo de la batería, además, había una puerta por donde mas tarde saldría Rob Halford en un trono y una Harley. Empezaron a tocar, y se notaba un ambiente de expectación, de querer saber como aguantan Judas Priest en un escenario tantos años. Muchos de los que fueron no tenian grandes ilusiones con esta banda, pero se vieron sorprendidos. Quien diga que el cantante ya no vale y que la edad le ha pasado factura sin duda esta bien equivocado. Hay que reconocer que esta más limitado que antes y que el personal de sonido le hace un gran trabajo en cuanto a efectos a la voz, pero aun así conserva bastante bien la voz que le dio la fama. A medida que el concierto avanzaba, se sucedian los temas, algunos clásicos, como el esperado "Painkiller" o "Breaking the law" y otros más modernos del recien estrenado "Nostradamus". Como ya he dicho, acabaron sacando a Halford en el escenario con una clásica Harley y también sentado en un trono, dando como siempre un buen espectaculo. Dieron, sin duda, uno de sus mejores últimos conciertos, sorprendiendo a aquellos que no esperaban demasiado y encantando a aquellos que los veian por primera vez.
En resumen, fue un concierto brutal, un concierto que nunca olvidaremos con los grandes clásicos de esta música. Un buen lugar, un buen sonido y un buen ambiente hicieron que el concierto acabase de la mejor manera posible, lleno de aplausos y sorpresa. Eso si, tampoco hay que olvidar el gran inconveniente: el trabajo no perdona, y a la gran mayoría nos tocaba dar la cara el día siguiente. Otra vez se demostro aquello de "por la noche buque de guerra, por la mañana barquito velero". Así que Gelocatil, gafas de sol y mucha paciencia, un buen recuerdo y muchas ganas de repetirlo.
1 comentario:
Muy buen resumen! has captado la esencia del concierto.
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